Después del divorcio: Un giro del destino

El corazón de Karina se hundió ante el desdén helado en su voz. Antes de que pudiera responder, Otávio de repente se agarró el pecho, su rostro contorsionándose de dolor.

“¡Abuelo!” Ademir se apresuró hacia adelante mientras Otávio se desplomaba en el suelo.

ANÚNCIO
Después del divorcio: Un giro del destino

En el hospital, la condición de Otávio se estabilizó después del tratamiento de emergencia. Ademir se quedó fuera de la habitación de su abuelo, con una expresión sombría. Karina, parada cerca, se inquietaba nerviosamente, la culpa grabada en su rostro.

“¿Va a estar bien?” preguntó suavemente.

ANÚNCIO

“Está estable,” respondió Ademir, con un tono agudo. “Pero esto no te absuelve de responsabilidad.”

Karina se estremeció. “Nunca quise que esto sucediera. Por favor dile que no vine por el compromiso.”

La mirada de Ademir se volvió fría. “No importa por qué viniste. El daño está hecho. ¿Crees que permitiré que la salud de mi abuelo penda de un hilo por esto? No. Esta boda se llevará a cabo.”

ANÚNCIO

Los labios de Karina se abrieron para protestar, pero Ademir la interrumpió.

“¿Quieres que me conozcan como el nieto que mató a su abuelo por desafío?” Su voz era baja, sus palabras cortantes. “Este matrimonio será una farsa. Solo es para calmarlo. Una vez que se recupere, nos divorciaremos. Sin verdadera implicación.”

La garganta de Karina se apretó. “El matrimonio no es algo trivial. Tiene que haber otra forma—”

ANÚNCIO

“Te compensaré financieramente,” interrumpió Ademir, con un tono displicente. “Ponle precio a lo que necesites.”

Karina se quedó congelada. ¿Compensación financiera? Sus pensamientos fueron inmediatamente a Catarino. El dinero cubriría su tratamiento, tal vez incluso su cuidado a largo plazo. Dudó, sabiendo que no había otras opciones.

“Solo acepta, y lo que necesites, te lo daré,” presionó Ademir.

Después de una larga pausa, Karina finalmente asintió. “De acuerdo. Lo haré.”

La comisura de los labios de Ademir se curvó en una sonrisa leve y sin humor. “Bien. Finalizaremos todo mañana. Trae tus documentos.”

Al día siguiente, Karina estaba parada afuera de la oficina de registro, agarrando su bolso. No había dormido en toda la noche, sus pensamientos eran un torbellino de arrepentimiento y resolución. Cuando llegó Ademir, su comportamiento era tan frío como siempre.

“Terminemos con esto,” dijo bruscamente.

El proceso fue rápido y mecánico. Cuando terminó, Karina miró el certificado de matrimonio, sus emociones enredadas. Había vendido su cuerpo para sobrevivir y ahora su matrimonio. El poco orgullo que le quedaba parecía desvanecerse.

En el exterior, Ademir señaló un auto esperando. “Ese te llevará a tu nuevo hogar.”

Antes de que pudiera responder, su hermano, Julio, se acercó y le entregó una tarjeta. “Mi hermano te envió esto.”

Karina miró la tarjeta, dándose cuenta de que estaba cargada con fondos. Tragó su orgullo y susurró, “Gracias.”

Ademir ni siquiera la miró. “Julio, vámonos,” dijo, con voz indiferente. “No merece más de tu tiempo.”

A medida que el coche se alejaba, Karina decidió no ir a la dirección proporcionada. En su lugar, indicó al conductor que fuera a un hogar de ancianos en Castle Peak, un centro de tratamiento para el autismo. Entregó la tarjeta, pagando el precio completo por el cuidado de su hermano.

De regreso en su coche, Ademir recibió una notificación. Su teléfono vibró con una nueva transacción: 200,000 reales retirados de la tarjeta que le había dado a Karina.